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La historia del ascensor, si lo defines como una plataforma que puede mover personas y objetos hacia arriba y hacia abajo, es de hecho bastante larga. Se sabe que en la antigua Roma se usaban ascensores rudimentarios desde el año 336 a. C., con la primera referencia de uno construido por el talentoso Arquímedes.
Estos ascensores tenían cabinas abiertas en lugar de cerradas, y consistían en una plataforma con una grúa que permitía que la cabina se moviera verticalmente. Las grúas se activaban manualmente por personas o animales, aunque a veces se usaban molinos de agua. Los romanos siguieron usando estos sencillos ascensores durante muchos años, normalmente para mover agua, materiales de construcción u otros objetos pesados de un sitio a otro.
Ascensores para Pasajeros
En lo que respecta al ascensor exclusivamente de pasajeros, éste fue creado en el siglo XVIII, y uno de los primeros fue usado por el rey Luis XV en 1743. Se le construyó un ascensor en Versalles para llevarle desde sus aposentos en la primera planta a los aposentos de su amante en la segunda planta. Este ascensor no era mucho más avanzado tecnológicamente que los que se utilizaban en Roma. Para hacerlo funcionar, unos hombres situados en una chimenea tiraban de las cuerdas. Lo llamaban el “asiento volador”.
No fue hasta el siglo XIX cuando la tecnología de los ascensores empezó a avanzar de verdad. Para empezar, ya no hacía falta activarlos manualmente. En 1823, dos arquitectos británicos, Burton y Hormer, construyeron una “habitación ascendente” a vapor para subir a los turistas a una plataforma con vistas de Londres. Varios años más tarde, su invento fue mejorado por los arquitectos Frost y Stutt, quienes añadieron una correa y un contrapeso a la máquina de vapor.
Poco después también empezaron a crearse sistemas hidráulicos que usaban la presión del agua para elevar y bajar la cabina del ascensor. Sin embargo, en algunos casos esto no resultaba práctico, porque había que cavar agujeros bajo el hueco del ascensor para permitir que el pistón retrocediera. Cuanto más se elevase el ascensor, más profundo había que cavar el agujero. Por lo tanto, no era una opción viable para los edificios más altos de las grandes ciudades.
Así que, a pesar de que los sistemas hidráulicos eran algo más seguros que los ascensores a vapor con cables y contrapesos, estos últimos siguieron usándose. Sólo tenían un principal inconveniente: los cables podían romperse, y algunas veces lo hacían, lo que dejaba caer a plomo la cabina al fondo del hueco del ascensor, matando a los pasajeros y dañando los materiales de construcción o cualquier otro objeto que transportaran. No hace falta decir que a nadie le hacía especial ilusión subirse a uno de estos peligrosos ascensores, así que hasta este momento los ascensores de pasajeros eran fundamentalmente una novedad.
Elisha Otis, el Inventor del Ascensor Moderno
El hombre que solucionó el problema de la seguridad de los ascensores, haciendo posibles los rascacielos, fue Elisha Otis, que es generalmente conocido como el inventor del ascensor moderno. En 1852, a Otis se le ocurrió un diseño que tenía un “freno” de seguridad. Si los cables se rompían, se soltaría un armazón de madera situado en lo alto de la cabina que chocaría contra las paredes del hueco del ascensor para detenerlo.
El propio Otis hizo una demostración del dispositivo, al que llamó “elevador de seguridad”, en la Feria Mundial de Nueva York en 1854, cuando subió él mismo en un ascensor provisional e hizo que cortaran las cuerdas. En vez de caer a plomo y morir, como el público pensó que ocurriría, su elevador de seguridad se activó, deteniendo el ascensor en cuestión de segundos. No hace falta decir que la gente quedó impresionada.
Otis siguió adelante para fundar su propia empresa de ascensores, que instaló el primer ascensor público en un edificio de Nueva York en 1874. La Otis Elevator Company es aún conocida en la actualidad como uno de los mayores fabricantes de ascensores del mundo.
El Ascensor Eléctrico
Aunque aún perdura el diseño de ascensor con cables, se le han hecho muchas mejoras adicionales, siendo la más evidente que los ascensores hoy en día funcionan con electricidad en vez de con vapor, un cambio que surgió a principios de la década de 1880. El ascensor eléctrico fue patentado por Alexander Miles en 1887, pero el inventor alemán Werner von Siemens había construido uno en 1880.
El elevador de seguridad de Otis tampoco fue el final de las innovaciones en materia de seguridad. En la actualidad, es virtualmente imposible que un ascensor caiga a plomo y mate a sus ocupantes. Hoy en día hay varios cables de acero que sostienen el peso del ascensor, además de múltiples sistemas de frenado distintos para detener el ascensor en su caída si los cables de rompieran de alguna manera. Si a pesar de todas estas medidas de seguridad la cabina se cayera, hay amortiguadores en el fondo del hueco del ascensor, haciendo que la muerte sea poco probable y reduciendo la probabilidad de lesiones graves.