¿Quién inventó el primer espejo? Los humanos y nuestros ancestros probablemente usaron charcas de agua estancada durante cientos de miles o incluso millones de años. Luego, los espejos de obsidiana (vidrio volcánico) o metal pulido proporcionaron a los ricos presumidos una visión de sí mismos más portátil.
En Catal Huyuk, la antigua ciudad próxima a la actual Konya, en Turquía, se descubrieron espejos de obsidiana que databan del 6.200 a. C., y la gente de Irán utilizaba espejos de cobre pulido al menos a partir del 4.000 a. C.
En lo que hoy es Irak, alrededor del 2.000 a. C., una noble sumeria llamada “la Dama de Uruk” tenía un espejo hecho de oro puro, según una tablilla cuneiforme descubierta en las ruinas de esa ciudad. En la Biblia, Isaías regaña a las mujeres israelitas que eran “orgullosas y caminaban con el cuello estirado, con ojos seductores y pasitos cortos…”. Les avisa de que Dios acabará con todas sus ropas elegantes, ¡y sus espejos de latón!
Una fuente china del año 672 a. C. menciona casualmente que la reina llevaba un espejo en su faja, poniendo de manifiesto que esta tecnología también era bien conocida allí. Los espejos más antiguos de China estaban hechos de jade pulido, y hay ejemplos posteriores de espejos de hierro y bronce. Algunos expertos sugieren que los chinos les compraban espejos a los escitas, quienes también estaban en contacto con las culturas de Oriente Medio, pero parece tan probable como que los chinos los inventasen de forma independiente.
El Espejo Actual
Pero, ¿qué pasa con el espejo de vidrio que conocemos en la actualidad? También tiene un origen sorprendentemente antiguo. Entonces, ¿quién fusionó una lámina de vidrio con una parte trasera de metal resultando en una superficie reflectante perfecta?
Hasta donde sabemos, los primeros fabricantes de espejos vivieron cerca de la ciudad de Sidón, en el Líbano, hace unos 2.400 años. Dado que es probable que el vidrio fuera inventado en el Líbano, no es demasiado sorprendente que fuera el lugar donde se fabricasen los primeros espejos modernos.
Por desgracia, no sabemos el nombre del manitas al que se le ocurrió este invento.
Para hacer un espejo, los libaneses o los fenicios precristianos soplaban una fina esfera de vidrio fundido para hacer una burbuja, y luego vertían plomo caliente en ella. El plomo recubría el interior del vidrio. Cuando se enfriaba, se rompía y se cortaba en trozos convexos.
Los resultados de estos primeros experimentos con esta técnica no eran planos, así que debían de haberse parecido a los espejos de una atracción de feria (¡las narices de los usuarios probablemente tenían un aspecto enorme!). Además, el vidrio antiguo solía tener burbujas y estaba decolorado.
Sin embargo, las imágenes eran mucho más claras que las que se lograban mirando a una lámina de cobre o bronce pulido. Las burbujas que se hacían eran finas, minimizando el impacto de los defectos, así que estos primeros espejos de vidrio fueron sin duda una mejora sobre tecnologías anteriores.
Los fenicios dominaban las rutas de comercio del Mediterráneo, así que no es de extrañar que este maravilloso nuevo objeto de comercio se expandiera rápidamente a lo largo del Mediterráneo y Oriente Medio. El emperador persa Darío el Grande, que gobernó alrededor del 500 a. C., era famoso por rodearse de espejos en su trono para reflejar su gloria.
Los espejos no sólo se usaban para admirarse a uno mismo, también se utilizaban como amuletos mágicos. Después de todo, ¡no hay nada como un claro espejo de vidrio para repeler el mal de ojo!
Era una creencia habitual que los espejos revelaban un mundo alternativo, en el que todo estaba al revés. Muchas culturas también creían que los espejos podrían ser portales a reinos sobrenaturales. Históricamente, cuando una persona judía moría, su familia cubría todos los espejos de la casa para evitar que el alma de la persona fallecida fuera atrapada por ellos. Entonces, los espejos eran objetos muy útiles, ¡pero también muy peligrosos!