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¿Quién inventó el Chocolate?

La historia del chocolate comienza en Latinoamérica, donde los árboles del cacao crecen en estado silvestre.

El primer pueblo en usar el chocolate fue probablemente el Olmeca, en lo que hoy es el sudeste de México. Dicho pueblo vivió en esa zona alrededor del 1000 a. C., y su palabra “kakawa” dio lugar a nuestra palabra “cacao”. Por desgracia, eso es todo lo que sabemos. No sabemos cómo usaban realmente el chocolate los olmecas, y ni siquiera hay certeza de que lo usaran.

Sin embargo, sabemos que los mayas, que habitaron la misma zona mil años más tarde (más o menos entre 250 y 900 d. C.), sí que usaron el chocolate. Un montón. Y no sólo de forma interna. Es con los mayas con quienes empieza de verdad la historia del chocolate.

Historia del Chocolate

Los granos de cacao se usaban como moneda. Con 10 granos podrías comprar un conejo o una prostituta, y con 100 granos podías comprar un esclavo. A alguna persona astuta incluso se le ocurrió una forma de falsificar los granos tallándolos a partir de barro. ¡Los granos siguieron usándose como moneda en algunas partes de Latinoamérica hasta el siglo XIX!

Los mayas usaban el chocolate en rituales religiosos, a veces reemplazando a la sangre. Se usaba en ceremonias matrimoniales, en las que se intercambiaba entre el novio y la novia, y en los bautizos. Incluso tenían un dios del cacao.

Pero los mayas preparaban el chocolate sólo para beber. La historia del chocolate no incluye el chocolate sólido hasta la década de 1850. Aparte de eso, la manera en que los mayas preparaban el chocolate no era muy distinta de cómo se prepara en la actualidad. Primero, se cosechan los granos, se dejan fermentar y se secan. Luego se tuestan y se elimina la cáscara, y el resto se muele hasta obtener una pasta. Dicha pasta se mezcla con agua caliente y especias, como chile, vainilla, achiote, pimienta de Jamaica, miel y flores.

Los mayas tenían especial predilección por la espuma. El chocolate también se mezclaba con maíz y agua para hacer una especie de gachas.

Si el dinero fuera comestible, ¿te lo comerías? Probablemente no, a no ser que te sobrase. Lo mismo podían decir los mayas: normalmente sólo los ricos bebían mucho chocolate, aunque probablemente los trabajadores también disfrutaban de esta bebida de vez en cuando.

Chocolate líquido

A los ricos les gustaba beber su chocolate usando elaboradas vasijas pintadas. A los emperadores se les enterraba con vasijas de chocolate a su lado. Claramente, querían formar parte de la historia del chocolate.

Así que no es ninguna sorpresa que cuando los aztecas conquistaron a los mayas, mantuvieran viva la tradición del chocolate. Más o menos entre 1200 y 1500, los aztecas dominaron la región y siguieron utilizando el cacao como moneda. Como el cacao no crecía en la capital, Tenochtitlan (donde hoy se encuentra la Ciudad de México), había que importarlo mediante comercio y, ¿qué más? ¡Impuestos!

Los aztecas bebían su chocolate de forma parecida a los mayas, aunque algunas veces les gustaba frío. Una leyenda de la historia del chocolate dice que el dios azteca Quetzalcóatl trajo el cacao a la Tierra, y fue expulsado del paraíso por dárselo a los hombres. ¡Sólo los dioses podían beber chocolate!

En 1502, Colón y su hijo Hernando estaban en la zona, haciendo sus típicas conquistas, cuando se encontraron con una canoa cargada de suministros. Rápidamente la capturaron y ordenaron a los nativos que llevaran el botín a bordo de su barco. Durante el proceso, a alguien se le cayó algo de cacao, y los nativos corrieron a recoger los granos “como si se les hubiera caído un ojo de sus cabezas”, según Hernando. Colón podría haber sido conocido como el primer tipo blanco en “descubrir” el chocolate, pero echó a perder su oportunidad de formar parte de la historia del chocolate al olvidarse por completo del accidente.

En 1519, Cortés y sus compinches llegaron a la capital azteca, donde el comercio de cacao estaba a pleno rendimiento, y se rumoreaba que Moctezuma, el gobernador azteca, tenía un almacén con mil millones de granos. Probaron el chocolate, no les gustó para nada, y un cronista lo llamó de forma elocuente “más una bebida para cerdos que para la humanidad”. Sin azúcar, el cacao era bastante amargo.

Después de que Cortés y sus colegas conquistaran a los aztecas, siguieron usando el cacao como moneda. En esa época, un conejo costaba 30 granos de cacao, seguramente por la inflación. Pero la historia del chocolate pronto cambiaría para siempre, porque Cortés siguió conquistando otros pueblos. De forma conveniente, los españoles habían asumido el control de un montón de islas caribeñas. Y en esas islas había azúcar. Antes de que te des cuenta, alguien le habrá echado azúcar al chocolate y todo el mundo estará clamando por él.

Historia del chocolate en la Iglesia

Cuando el chocolate llegó por primera vez a España, se consideraba un alimento saludable y una medicina. Los médicos lo prescribían para curar las fiebres, enfriar el cuerpo, ayudar en la digestión y aliviar el dolor. La Iglesia también lo aprobó como suplemento nutricional para consumir durante los ayunos (esto puede que fuera una mala elección, porque un obispo fue envenenado por impedir que sus feligreses llevaran chocolate a misa).

Nada de eso duró mucho. El chocolate era algo demasiado bueno como para usarlo sólo como medicina. Además, era el primer producto con cafeína que llegó a Europa, ganando al café y al té por unos pocos años. El chocolate no tiene mucha cafeína, pero cuando nunca la has tenido, menos es más. Aparte de por el hecho de añadir azúcar, la preparación del chocolate ha cambiado poco, aunque los españoles hacían espuma con el suyo usando un pequeño palo llamado molinillo, que colocabas entre tus palmas y girabas para crear la espuma.

El chocolate pronto se abrió camino hacia el resto de Europa. Bueno, mejor dicho, hacia el resto de la gente rica de Europa. Fue un gran éxito en la corte de Luis XIV. En 1657, abrió la primera chocolatería en Londres. Podías ir, echar un trago, jugar a las cartas, hablar sobre política… Ese tipo de cosas. Finalmente, la vainilla y la leche encontraron su camino hacia la mezcla.

A medida que el chocolate se extendió por Europa, la demanda despegó. Para satisfacer dicha demanda, empezaron a surgir más y más plantaciones, y se esclavizó a miles de personas para producir cacao. Para no depender de los españoles en exclusiva, los británicos, los holandeses y los franceses crearon sus propias plantaciones, sacando el cacao de América Central y plantándolo en sus propios territorios: Sri Lanka, Venezuela, Java, Sumatra, las Indias Occidentales, y África. Hasta ese momento, la mayoría del chocolate se elaboraba a partir de una variedad de cacao llamada criollo. Pero como los granos del cacao forastero son más fáciles de cultivar (no importa que no sepan tan bien), fueron los que se enviaron al resto del mundo, marcando otro punto de inflexión en la historia del chocolate. En la actualidad, el 90% del cacao es de la variedad forastero.

Con el aumento de la oferta, los precios bajaron, y el chocolate se hizo cada vez más asequible para la gente común. Y cuando la gente común empezó a acceder a él, fue cuando la historia del chocolate despegó de verdad. Como cuando a principios del siglo XIX, el holandés Coenraad Van Houten creó la prensa de cacao, que aplastaba los granos para extraer la manteca de cacao (grasa), dejando sólo el cacao. También se le ocurrió una manera de lavar el cacao en una solución alcalina (de ahí el nombre de “proceso holandés”) para facilitar su mezcla con agua. ¿A quién no se le ha pegado el cacao en la cuchara?

Grano Cacao

La historia del chocolate se afianza

En la década de 1850, el inglés Joseph Fry agregó más manteca de cacao, en vez de agua caliente, al cacao en polvo y al azúcar. Había nacido el primer chocolate sólido.

En 1875, Daniel Peter y Henri Nestle añadieron leche condensada al chocolate sólido, creando la tableta de chocolate con leche.

En 1879, el suizo Rudolphe Lindt inventó el conche, una máquina que rotaba y mezclaba el chocolate para obtener una consistencia perfectamente suave.

En 1907, la fábrica de Milton Hershey producía 33 millones de Kisses (“besos”, bombones de chocolate con forma de lágrima) al día.

La publicidad y las Guerras Mundiales (en las que los soldados recibían chocolate como parte de sus raciones) siguieron incrementando la popularidad del chocolate. Hoy en día, más de 3.000 millones de toneladas de cacao suministran a una industria del chocolate de 35.000 millones de dólares.

La historia del chocolate ha tenido su lado oscuro. Mucho del chocolate que se produce en el mundo todavía utiliza condiciones de esclavitud y trabajo infantil. Los entendidos en chocolate cada vez compran más y más chocolates de Comercio Justo y de un solo origen, lo que ayuda a asegurar mejores condiciones laborales para los granjeros y ayuda a conservar las variedades de cacao de mayor calidad, como el cacao criollo. Los granos de mayor calidad se cultivan en un entorno muy similar al natural, de modo que se ayuda a conservar la selva. Y los esnobs del chocolate dedican más tiempo a saborearlo, en vez de engullirlo. Eso seguro que ahorra algunos árboles.

Tú también puedes ayudar a empezar un nuevo capítulo en la historia del chocolate convirtiéndote en un experto, y negándote a comer cualquier chocolate que no sea el mejor. La vida es dura…